A medida que pasaban las horas, la claridad sobre la responsabilidad por la muerte de más de 40 migrantes en Ciudad Juárez apuntó directamente al gobierno mexicano.
Apagado Javier Urbano Reyes
Quizás este sea un argumento que se ha repetido durante décadas hasta quedar satisfecho, pero hay que decirlo una vez más: la negligencia, la comisión, la irresponsabilidad criminal de las autoridades, que sólo en teoría se dedican a la seguridad de esta población y la política visible sólo en un discurso de existencia pública, el único error que quiere progresar ha resultado en la pérdida de seres humanos.
No olvidemos que cientos de hormigas mueren en la larga ruta migratoria desde Haití, Venezuela, Colombia, Guatemala, El Salvador, Honduras y México. y América; Pero en el Mediterráneo, en las fronteras de Australia o en el Golfo de Adén.
Varias estrategias han empeorado la ya grave situación de la diáspora en México:
1) La clara armonización de las políticas de seguridad de Estados Unidos y México ha calado lamentablemente en algunos países centroamericanos, que en sus propias fronteras han comenzado a establecer mecanismos de control, por así decirlo, vemos un proceso. Coordinar políticas a nivel regional en materia de delincuencia.
2) Sigilo de las iniciativas de organización de colectivos de migrantes que buscan desarrollar estrategias de movilidad, seguridad y autoayuda (caravanas).
3) Flujos de migrantes a través de las fronteras sur y norte, con el absurdo argumento de que tales acciones fortalecen su seguridad.
4) Con infraestructura débil, medios limitados y personal no capacitado, el manejo de la población migrante en la frontera norte no comparte responsabilidad con Estados Unidos, sino que se niega a entrar a Estados Unidos o espera responsabilidad y elegibilidad.
Podemos aumentar indefinidamente el diagnóstico de una política migratoria que ha sido disfuncional, inexistente, limitada, por un lado, y la explicación de sus problemas está completamente ausente; Pero existe un profundo desconocimiento de las oportunidades que puede generar la gestión del movimiento migratorio con estándares internacionales, prácticas éticas y cumpliendo los lineamientos de la Agenda 2030.
En ese sentido, ¿cuáles son los vacíos, las deudas y las carencias de la política pública actual? Son muchos y variados. Un simple resumen vale la pena:
1) Enfocado en la presencia permanente del Instituto Nacional de Migración (INM) como ente rector de esta población, al tiempo que denuncia sus limitaciones y la colaboración de muchos de sus funcionarios que cometen delincuencia organizada anualmente.
2) Se estableció bajo la presión de la administración Trump para actuar como una agencia paralela a la Guardia Nacional para el control de la inmigración. Aquí no valen los argumentos jurídicos sobre su papel de cómplice. La realidad es que este grupo de policías trasladados ha aumentado la inseguridad de estas personas.
3) En pocos años, el nivel de vulnerabilidad de las personas defensoras de derechos humanos se ha incrementado sin una respuesta clara y contundente del gobierno.
4) Si cabe, el mayor peso de la atención, promoción y protección de los derechos humanos de las personas migrantes recae aún más en las organizaciones de la sociedad civil, que desde hace meses advierten que se sienten superadas en sus capacidades.
Y una omisión: la desilusionada y dolorosa promesa de apoyo a Centroamérica, que terminó en una broma risible, si no trágica: proyectos de plantación de árboles, cuando Centroamérica necesitaba el apoyo y la solidaridad de las dimensiones económicas de Marshall. Plan, porque la gravedad de los problemas que aquejan a países como Honduras, El Salvador o Guatemala requiere de miles de millones de dólares en recursos al año durante al menos dos o tres décadas. En otras palabras, proyectos a largo plazo; Pero esta exposición, que llamamos de largo plazo, solo se puede identificar mirando las estadísticas, y la verdad es que América Latina no tiene estadísticas desde hace al menos varios años.
Año tras año se repite el diagnóstico, continúan las críticas, se señalan los culpables y se juzga a los responsables, y termina buena parte de la indignación. ¿Qué está faltando? Actuar abiertamente, fortalecer la organización social, acuerdos básicos. Pero, ¿por dónde empezar? Imaginemos por un momento lo que puede lograr el sistema social, sus miembros y su dinámica:
-Internacionalizar el debate sobre la política migratoria de México. Otros grupos, como el Parlamento Europeo, las Naciones Unidas y la Corte Interamericana de Justicia, deberían recibir más apoyo de la sociedad civil para ayudarlos a tomar medidas a lo largo de los años. Un llamado colectivo y masivo para que estas organizaciones participen y se pronuncien sobre el grave problema de la movilidad de los migrantes debería ejercer más presión sobre el gobierno para que adopte una postura distinta a la criminalización o el secretismo.
-Difundir información entre organismos internacionales sobre las responsabilidades del gobierno mexicano en la protección de estas personas. La Corte Penal Internacional tiene la obligación de realizar una evaluación del asunto.
-Elaborar una agenda sobre migración y desarrollo apoyada por un gran número de organizaciones sociales que será presentada a los candidatos presidenciales de México en los próximos meses. Tolerar la continuación de la política migratoria en los próximos años, sin una alternativa preparada por las plataformas sociales organizadas, corre el riesgo de repetir tragedias como la de Ciudad Juárez.
– El establecimiento del Programa de Cooperación y Diálogo de la Sociedad Civil Mesoamericana sobre Migración implica el diseño de una base de acuerdos con los distintos actores de la sociedad civil organizada afectados por la desaparición, violación y extorsión de migrantes en Centroamérica. No olvidemos que cuidar a esta población significa reconocer este fenómeno social como un asunto de competencia regional, no solo parte de la responsabilidad de México o de los actores de este país. Internacionalizar la agenda de la diáspora, a partir de los instrumentos de la sociedad civil, significa hacerse cargo de la dinámica del fenómeno global.
Pueden surgir otras iniciativas, sean pertinentes y válidas. Conocemos la enfermedad y los enfermos. Debemos avanzar hacia un sistema social, colectivo, solidario, informado y responsable, no solo en beneficio de nuestros hermanos y hermanas inmigrantes, sino también por la salud de las cada vez más frágiles y vulnerables democracias mexicanas y centroamericanas.
*Dr. Javier Urbano Reyes es profesor e investigador Departamento de Estudios Internacionales y educación Doctorado en Estudios de Migraciónde ÍBERO.
Publicado originalmente Gratis
30 de marzo de 2023
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