“Si no le hubieran quitado el marcapasos, Rafael habría sobrevivido”, afirma el profesor Antonio Aso, cardiólogo del Hospital Miguel Servet de Zaragoza que trató a Rafael Duamina. Tras la trágica muerte del futbolista ghanés en el estadio Partizani de Tirana, durante un partido del campeonato albanés, el médico habló del joven de 28 años al que le diagnosticaron problemas cardíacos que le habrían impedido seguir jugando. “Murió por una decisión personal respetable – dijo el médico – es el final de una historia triste y predecible”. En un mensaje aHeraldo de AragónEl médico español recuerda que conoció a Dwamena en octubre de 2019, cuando el futbolista jugaba en el Real Zaragoza: “El doctor de los Mártires del Real Zaragoza, estaba preocupado por unos mareos que el jugador había experimentado en los últimos partidos, y me pidió evaluación. . Meses antes, le habían colocado un pequeño monitor debajo de la piel y la grabación dejaba inequívocamente claro que sus síntomas estaban relacionados con la grave arritmia ventricular que se producía durante los partidos de fútbol. “Antes de empezar a explicarle los resultados, sabía qué significado tendrían mis palabras para este joven deportista africano, cuyo futuro como futbolista estaba decayendo”.
En 2020, el Dr. Aso, en colaboración con el personal médico de la empresa, logró convencer a Dwamena de que le implantara un desfibrilador “para al menos garantizar su vida, y al mismo tiempo les aconsejaba que no practicaran deportes profesionales”. Insistí en que a medida que avance la enfermedad -agregó el cardiólogo- en algún momento tendremos que tratar el origen de la arritmia realizando una ablación, pero esto requiere mantenerla con vida, razón por la cual se encendió el desfibrilador. Necesario”. Aso recuerda que Dwamena era “un chico excepcional, noble y de ojos limpios. Sin aire de estrella. Confió en todos nosotros, y después de implantarle el desfibrilador se fue de España. A veces pedía “Me pidió algún consejo específico y le respondería”. “De buena gana, incluso si sabía que él no estaba escuchando. Estaba decidido a seguir su carrera profesional por encima de todo, y terminé perdiendo la esperanza de influir en él”.
Desde España, Dwamena se fue a jugar a Austria, donde sufrió otra enfermedad pero pudo salvarse gracias a un desfibrilador: “Hace dos años me dijeron que el desfibrilador le salvó la vida cuando tenía una arritmia maligna que fue tratada adecuadamente. El dispositivo se encarga de ello automáticamente. Después de eso perdimos el contacto. Hace un año supe por la prensa que había pedido que nos quitaran el marcapasos que teníamos implantado y que finalmente lo quitaron, creo que en Suiza. Ya era tarde, su decisión era irrevocable y puso toda su responsabilidad en sí mismo y en la voluntad del Dios en quien creía. Desde ese momento supe que la tragedia que ocurrió el sábado en un estadio de fútbol en Albania sucedería algún día”.
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