El parlamento georgiano aprobó en tercera y última lectura la controvertida ley sobre influencias extranjeras, que la oposición llamó “ley rusa” y que desató semanas de protestas masivas. Después del debate, 84 parlamentarios de los 116 presentes votaron a favor de la resolución, mientras que 30 votaron en contra. La ley será enviada ahora a la presidenta Salomé Zurabishvili, quien tiene 14 días para vetarla o aprobarla. Anteriormente, Zurabishvili, que ha estado cada vez más en desacuerdo con el partido gobernante, prometió vetar la ley, pero Georgian Dream tiene una mayoría suficiente para anular un veto presidencial.
El texto exige que los medios de comunicación, ONG y otras organizaciones sin fines de lucro se registren como “que persiguen los intereses de una potencia extranjera” si reciben más del 20% de su financiación del extranjero. Los críticos ven esto como una amenaza a las libertades democráticas y las aspiraciones del país de unirse a la Unión Europea. El proyecto de ley es similar al proyecto de ley del que el partido gobernante Sueño Georgiano se vio obligado a retirarse el año pasado después de las protestas callejeras. Las manifestaciones contra el texto sacuden Georgia desde hace semanas: decenas de miles de personas salen cada día a las calles en Tiflis para protestar contra la ley promovida por el partido gobernante.
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