septiembre 8, 2024

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Elena Caro: México, magia sin realidad

Elena Caro: México, magia sin realidad

En este caso particular, una obra maestra literaria, considerada la base de toda la literatura hispanoamericana, llega aquí sólo sesenta años después de su publicación e, incluso en los países de habla hispana, permaneció sin reconocimiento durante décadas. , vale la pena explorar sus razones porque pueden arrojar luz sobre cuestiones que van más allá del tema único: Recuerdos futuros “La mejor novela mexicana escrita en el siglo XX” de Elena Caro – concluye Guadalupe Nettel, comparándola sólo en estatura literaria. Pedro Páramo De Juan Rulfo, con su epílogo a la primera edición italiana (otra impresa para uso académico por Arachne en 2010) publicada ahora en una bella traducción de Sural Francesca Lazarato (págs. 348, 20,00 €).

Diversas razones -muchas de ellas relacionadas con su biografía- contribuyeron al desinterés por Elena Garo, aunque su vida es un prototipo de muchas existencias del siglo XX: tuvo una relación tormentosa y contradictoria con Octavio Paz, involucrado en eventos. En 1968 en México y como resultado se exilió, además de involucrarse en la Guerra Española y las luchas agrarias de México en la década de 1950.

La primera temporada de su obra, que finalizó en 1968, corresponde a novelas y cuentos, cuyo estilo se acerca más al realismo mágico y, en general, a la cultura mexicana; Los textos del siguiente período se centrarán en la huida, la distancia y el abandono. Sin duda, una existencia llena de acontecimientos. Caro, debido a su naturaleza difícil, desde su conflictivo matrimonio con Paz hasta su activismo político y sus frecuentes desacuerdos con grupos intelectuales mexicanos, la excluyó durante mucho tiempo del mundo literario y del canon de la literatura hispanoamericana; Pero es indiscutible la calidad de su escritura, el punto culminante de su primera novela, escrita en 1953 y publicada diez años después, repleta de historias fantásticas. Semana del colory sus mejores jugadas.

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Recuerdos futuros De hecho, ya muestra una madurez extraordinaria y un nervio original, gracias al entorno espacio-temporal estrictamente interconectado, que logra la inclusión del futuro en el pasado que sugiere el título. Recuerdos de la infancia pasada en Iguala y arraigados en antecedentes históricos. Guerra Cristera – El conflicto religioso de los años 1920 – La novela está contada por un letrista que expone una serie de transgresiones sociales, entre ellas el papel sin precedentes asignado a la mujer. Si bien aporta elementos históricos, abre brechas imaginativas en la dureza de la vida cotidiana.

Ambientada en la ciudad ficticia de Ixtepec en el contexto unificado de luchas revolucionarias, la novela traza una trama de dos partes: en la primera parte la ciudad es ocupada por una facción liderada por el general Francisco Rosas, acompañado por Julia Andrade. Después de secuestrarla se enamora. Llega al pueblo un dramaturgo, Felipe Hurtado, que ha tenido un romance con Julia en el pasado. El hombre está molesto, pero en una noche en la que el tiempo se congela mágicamente, los dos amantes logran escapar.

Elena Caro en París en 1949

En la segunda parte, la guerra toma más espacio, con la persecución de los católicos, el ataque a las iglesias, la implicación de la gente del pueblo y especialmente de la familia Moncada: dos hermanos se ponen del lado del ejército. es asesinada, mientras la hermana comienza una historia de amor con Isabel Rosas, que refleja la historia de Julia Andrade con el dramaturgo, lo que desencadenará el final de la novela.

Entre la historia y el destino personal, el papel protagonista lo juega el tiempo, lineal y roto por realidades extraordinarias, ambos insertos en el movimiento de una circularidad ancestral. De hecho, el tiempo imaginario se detiene abruptamente en la ciudad de Ixtepec, con rostros, objetos y el paisaje de la fotografía dando la ilusión de estar siempre ahí. Como escribiría Octavio Paz Los Hijos del LimoEl fin de los tiempos es un nuevo comienzo, la ruina del pasado tiene su resurrección, en un ciclo sin fin, desde la primera página hasta la última. Recuerdos futuros.

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En el memorable primer capítulo, si bien Ixtepec es la principal voz narrativa asignada a la ciudad, no es la suma de sus habitantes la que habla, sino un desglose de diferentes voces que acercan las opiniones de los ciudadanos y sus sentimientos muchas veces encontrados, en un Extraña polifonía que contempla los importantes elementos escondidos en la amarga contradicción popular (también presente en los cuentos de Rulfo). Caro luchó con agricultores e indios por cuya causa luchó.

La carga de identidad de los personajes masculinos se manifiesta en la violencia o en la lucha por la toma del poder, mientras otros -Felipe Hurtado o Juan Carino entre ellos- abren caminos de liberación. Pero la composición de la trama se debe a las dos protagonistas femeninas: el carácter rebelde del personaje de Isabelle lo ejemplifica claramente, cuando deja a su familia y se une a Rosas, quien afronta este desafío a los principios básicos de la sociedad patriarcal. Esa pasión por el general es un obstáculo fatal, que la lleva a la tragedia mediante una nueva mutación mágica.

Aunque la crítica ha sostenido en gran medida que la novela pertenece a la incierta galaxia del realismo mágico (repetidamente negada por el autor mexicano), está claro que su debut anticipa muchas de las soluciones narrativas que García Márquez establecería más de una década después. En Macondo. Los escritos de Elena Caro parecen referirse al concepto mexicano de coexistencia de diferentes niveles de realidad, pero el advenimiento de un inconsciente colectivo arquetípico en Carpentier o García Márquez tiene un valor culturalmente identificativo, una hibridación de tiempos, espacios, acontecimientos en Caro. Para crear una perspectiva “otra”, el resultado es una crítica social que trabaja por la emancipación de las mujeres de la autoridad masculina.

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En la construcción de su arquitectura narrativa, Caro despliega ante nuestros ojos una realidad dolorosa y triste, que esconde destellos de brillante belleza en sus espacios. Su escritura tiene un enorme poder evocador, que la traducción de Francesca Lazarato transmite admirablemente. Por ejemplo, sigue a Juan Carino, el loco del pueblo, que se cree alcalde y ejerce el poder controlando las palabras, mientras recorre las calles de Ixtepec en busca de malas palabras. Prefiere separar las letras con el objetivo de eliminar su potencial dañino: “Las palabras son peligrosas porque gozan de una existencia autónoma, y ​​la protección de los diccionarios ha evitado desastres inimaginables. Las palabras deben ser secretas. Si los hombres supieran de su existencia, sabrían dejarse llevar por el mal y hacer estallar el mundo. Los ignorantes ya saben demasiado. Lo usaron para causar sufrimiento”.