Vivió en México. No tengo historias interesantes que contar, no estoy aquí para agregar mi pieza. La ironía del destino es que después del final, deben ser otros los que traten de definirnos por la parte que queda de nosotros. No la conozco por su trabajo, su biografía, lo que puedes encontrar en la web y la verdad. Algo sobre alguien.
A Alessandro Gassmann, un abrazo que lo cobije y lo proteja más que a nadie, por supuesto. Pero la última frase del epitafio la define por encima de todas las demás, a mí, o al menos a mí me lo parece: la convierte en una hermana. Vivió en México durante veinte años. A un océano de distancia de su Francia natal, de su historia familiar, de Italia, del cine. una mujer así Sorprendentemente bella y talentosa, poco convencional, independiente, amada por los más grandes maestros por el secreto de su estar en el mundo con ese paso, con esa mirada.
Capaces de hacer gestos de absoluta valentía, animadas por la emoción, afligidas por el dolor, de pie como sólo los caídos pueden hacerlo, manteniendo el equilibrio, de pie como sólo los rotos saben lo que vale. La vida en esos años, las fotos en blanco y negro aparecían en color, tal vez esos fueron los años, qué sabemos quien solo veía fotos, las fotos no respiraban. Películas, claro, pero en las películas puedes ver a otras personas mirándote y preguntándote qué quieren que seas. Juliet Maniel había estado en México hacía mucho tiempo. Quién sabe cómo fue: si resultó ser quien fue.
“Aficionado a la cultura pop amateur. Jugador apasionado. Fanático de la música. Amante malvado del alcohol. Experto en televisión. Orgulloso defensor de la web”.
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