allá reina del sur Soy yo, ahora págame mis cuotas. Sandra Ávila Beltrán La “Reina del Pacífico” no ha tenido mucho de qué alegrarse durante los treinta años que ha navegado en el pico del tráfico. Medicamento Entre México Y esto Colombia, junto con capos de la droga, muchos de los cuales eran sus amantes. En el camino perdió a dos maridos y un hermano, todos asesinados por bandas rivales. Ella sobrevivió valientemente a un ataque y fue encarcelada durante siete años. Usar Y esto México, dos de los cuales están separados. En 2017, volvió a la independencia y vivió en circunstancias modestas mientras sus abogados intentaban recuperar en nombre de su cliente 15 casas, treinta autos antiguos y 300 piezas de joyería que alguna vez fueron parte del tesoro personal de la Reina. Una pieza de oro tachonada con 83 rubíes, 228 diamantes y 189 zafiros. Pero mientras recibe algunas de las ganancias de la serie de televisión más exitosa jamás producida en la televisión en español, la Sra. La vieja gloria de Beltràn emerge intacta de las brumas de la memoria. La mujer afirma que la trama de la serie está sacada de su autobiografía, y tiene toda la razón. netflix Y Telemundo está pagando el 40% de las ganancias de las dos primeras series, que se emitieron entre 2011 y 2016, y la tercera está programada para comenzar a filmarse en octubre próximo.
Sandra Ávila nació en el lujo y el privilegio silenciado garantizado por su pedigrí familiar.
La vida como una película
El tercero de una generación de capos de la droga, se vio obligado a abandonar las clases de música clásica y periodismo cuando fue secuestrado por un joven capo de la droga a la edad de diecisiete años. su. Era hermosa y atractiva, y al menos era experta en el uso de pistolas. Tras el asesinato de su primer amante, disfrutó de los años de gloria de ser coronada Reina del Pacífico, título que obtuvo al apilar nueve toneladas de coca en un carguero que partía del puerto de Colima. La policía la abordó por primera vez en 2002 cuando la encontraron negociando la liberación de su hijo, que había sido secuestrado por una banda criminal, a cambio de cinco millones de dólares. Los estrechos capos de la droga comenzaron a adorarla cuando se convirtió en aliada de El Tigre, Juan Diego Espinosa Ramírez, el capo del cartel colombiano del Norte del Valle. Fue arrestada en la Ciudad de México en 2007 después de años de persecución, pero los fiscales pudieron llevarla ante los tribunales por cargos de lavado de dinero y la sentenciaron a cinco años de prisión. Un fracaso similar ocurrió en Estados Unidos, donde Beltrán fue extraditada en 2012 y donde la fiscalía de Chicago no logró condenarla por narcotráfico. En México pasó dos años más en prisión por lavado de dinero. Pero en prisión vivió con lujo acorde a su rango, incluyendo pedicuras elaboradas y maquillaje garantizado por sus compañeros de prisión. La investigación se inició por la visita que Ávila recibió en su celda de un cirujano estético que le puso una inyección del antiarrugas botulínica.
Después de su liberación, su vida cambió bajo la vigilancia de la policía que la vio. Al final, la normalidad forzada más que la indiferencia la impulsa a quejarse. El suyo fue un intento de recuperar para sí la gloria de una posición social que había perdido después de treinta años de vida violenta y miserable.
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