El mercado del automóvil registró el año pasado menos de 1,5 millones de coches por valor de 35.600 millones de euros, continuando la carrera por las subidas de precios iniciada en 2020. Antes del Covid, una media de 21.000 euros bastaba para vender 19 millones de coches, gracias a las presiones de las fábricas para maximizar volúmenes e instalar planes de producción. De aquí surgieron los fuertes descuentos que se ejercen en todos los canales y el km0, que es una herramienta para abaratar precios. Ya en 2020, el precio medio aumentó hasta los 22.400 euros, lo que equivale al 7%. Sin 600 millones de incentivos para equilibrar el crecimiento, el patrimonio neto medio habría sido de 22.800 €. El año pasado, los incentivos pasaron a 1.500 millones, cantidad que aún no es suficiente para cancelar las subidas que llevaron el precio neto medio a 24.300 euros, más otro 8%. Estos son los datos, extraídos de Value Market Analysis, realizado por el Centro de Estudios de Flotas y Movilidad con el apoyo de Dataforce, Mapfre y Texa. Hay diferentes razones.
La escasez de productos provocada por la crisis de los chips ha puesto a los vendedores en la inusualmente buena posición de poder mantener los descuentos al mínimo. Luego, restringieron el auto-registro y los suministros de autos de alquiler, lo que ayudó a aumentar el valor promedio, ya que ambos se enfocaban en autos pequeños. Mientras tanto, las listas de precios de viviendas han experimentado aumentos que no se habían visto en años. La estrategia se ha anunciado durante algún tiempo, en respuesta a las inversiones en electrificación, pero es nada menos que contraproducente. En un momento, hubo un rumor entre los economistas de que una disminución en las cantidades compradas corresponde a un aumento en el precio. Finalmente, pero de manera menos decisiva, la mezcla se dirigió a los híbridos de gasolina o diésel, que pesan más de un tercio del mercado con una relación valor/volumen superior a uno, donde las temperaturas de la gasolina son mucho más bajas.
Electric tiene una proporción desequilibrada (cuesta mucho) pero la participación marginal no afecta tanto el promedio. Las estadísticas plantean algunas preguntas. Si hay más compradores que autos a la venta, ¿qué tan efectivos son los incentivos? Más que estimular una demanda ya excesiva, parece un regalo para los pocos que han podido comprar. De nuevo, si las constructoras piden, y reciben ayudas del gobierno, 1.650 millones de euros en dinero de los contribuyentes, y al mismo tiempo aumentan sus listas de precios, ¿qué efectos producen? ¿Animan a los clientes con incentivos por un lado y los desalientan por el otro? Finalmente, si toda esta pobreza está determinada por las políticas de la Comisión, ¿es apropiado que los consumidores y los contribuyentes paguen, en lugar de facturar ciertas razas a Bruselas?
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