Han pasado casi 40 años desde el desastre nuclear de Chernobyl, ocurrido el 26 de abril de 1986. A pesar del paso del tiempo, los efectos sobre la flora y la fauna aún son muy claros hasta el día de hoy. Frente a algunas especies que, en medio de mil calvarios, han logrado “florecer”, algunas casi han desaparecido o han sido severamente afectadas por las radiaciones, en algunas zonas todavía son muy altas. Jabalíes, lobos y zorros, así como vacas, ovejas y animales domésticos en general, tuvieron que enfrentarse a desafíos inimaginables. La radiación de la central nuclear no solo contaminó alimentos y agua, sino que también provocó peligrosas mutaciones genéticas. Animales con un número de extremidades inferior o superior al normal, y otros cuyo cerebro, en comparación con el período anterior al accidente, tenía un volumen ligeramente disminuido (-5%). A veces, los estudios de animales que habitaban la zona de exclusión mostraron que los efectos de la radiación no eran visibles, pero de hecho afectaron en gran medida la vida de estas criaturas. La golondrina común, por ejemplo, ha tenido un impacto negativo en la fertilidad. Hasta el 40 por ciento de las golondrinas masculinas tienen deficiencia de esperma. En general, la cantidad de especies de aves encontradas en el área contaminada ha disminuido en un 50 por ciento desde 1986, y la cantidad de especímenes de cada especie ha disminuido en un 66 por ciento. Y la situación no será mejor para los insectos y las arañas. Los científicos estiman que la radiación se extendió por toda Europa. Hace unos años aparecieron los primeros descubrimientos en Suecia de que un jabalí había sido capturado con un nivel de radiación 10 veces superior al nivel seguro. Fotos de Shutterstock
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