Su bebé tiene sólo 40 días, pero aunque claramente no ha ocupado ningún asiento, ella todavía tiene que pagar la entrada completa al cine. Nueve euros concretamente: esta es la cantidad que Alessia Massaracchia, de 36 años, natural de Serena (Bérgamo), tuvo que pagar en el complejo Arcadia de Stezzano, también en provincia de Bérgamo. Mujeres, explica. Repúblicaacudió con unos amigos para asistir a la proyección de la nueva película de Leonardo Pieraccione a las 18 horas. Se parece mucho a París.
la verdad
“Estaba con tres amigos y uno de ellos, que ya había estado allí antes de que yo llegara, había comprado entradas para todos. O mejor dicho, para nosotros cuatro y no para mi hijo – dijo -. No había leído las reglas del cine, ya que fui por primera vez el sábado, pero ni siquiera me pregunté por una entrada para Andrea. Lo consideré no pagado, como ocurre en muchas otras estructuras, cines, etc. Después de todo, ¿por qué pagar por un servicio que no utiliza?
La polémica parece haber surgido por la inesperada petición del revisor de entrar al vestíbulo: “Ya había revisado mi billete, pero entonces vio que el gorro de Andrea asomaba por debajo de mi sudadera, y él dormía tranquilamente envuelto en su portabebés. . “Me preguntó si tenía un niño conmigo y me respondió afirmativamente que también tendríamos que comprarle una entrada, alegando que por razones de seguridad era necesario registrar a todas las personas en la sala”, Masaracchia continúa.
“¿Es ésta la cura para alguien que tiene un hijo?”
La mujer no protestó, pero respondió que bastaba con imprimir una tarjeta de cortesía, “sobre todo porque mi hijo no iba en capazo ni cochecito, por lo que no ocupaba ningún espacio adicional respecto al espacio de mi silla. Preguntó al responsable por la mascarilla y le aseguró que la política de Arcadia es hacer pagar una entrada a todos, empezando por los de cero años. Si hubiera estado solo me habría ido, pero no quería dejar a mis amigos así que le conseguimos un billete a Andrea también. “No nos ofrecieron ningún descuento, él también pagó nueve euros”.
En su casa, la mujer de 36 años decidió contar públicamente lo que le pasó: “No por el dinero, sino porque la situación me parecía realmente ridícula. Así que escribí una reseña sobre el cine en Google y publiqué un comentario en la página del cine en Facebook – concluye -. Se habla mucho de crear espacios y estructuras adecuadas para los niños, entonces ¿este es el tratamiento?”
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