El coche está en crisis y relaciones difíciles. El mal humor del campeón del mundo aumenta con cada carrera y la medida puede ser completa
El reinado de Max Verstappen y Red Bull está en peligro. Pero la amenaza no proviene sólo de los “terribles gemelos” McLaren de Norris y Piastri o del Mercedes del archienemigo Hamilton. Existe el peligro de que el castillo se derrumbe desde dentro. Mientras el campeón del mundo ganaba fácilmente y su coche dominaba, todo parecía perfecto. Pero ahora que los resultados se han detenido y el coche se ha visto sometido a una crisis respecto a sus competidores, las numerosas diferencias que permanecían ocultas desde el inicio de la temporada han vuelto a la superficie. La ira de Max durante el Gran Premio de Hungría, contra el equipo y sus oponentes, fue la salida a esta gran frustración. Un acto público, visto en todo el mundo, destinado a expresar externamente el descontento de una persona.
Verstappen duro
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El incidente de Norris en Austria fue el primer signo de esta tensión. Pero Verstappen, que luego destacó el error de parada en boxes del equipo, esta vez fue mucho más allá con mensajes de radio que hicieron que al ingeniero de pista Gianpiero Lambiasi le hormiguearan los oídos. El holandés denunció las estrategias elegidas por Hannah Schmitz, uno de los pilares del garaje, y se quejó de las decisiones de los comisarios, en particular por el contacto con Hamilton debido a sus frenos con las ruedas bloqueadas. Nunca habíamos visto un conflicto tan abierto entre Max y Red Bull en nueve años de convivencia. Es como si el piloto le diera la espalda descaradamente al equipo en los momentos más difíciles. Verstappen estuvo bajo una intensa presión incluso después de la clasificación, cuando golpeó el volante con el puño: “Alguien tiene que despertar aquí si queremos ganar el título”. El juego perfecto está roto.
No hay confianza en Red Bull
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La oposición de Verstappen está relacionada con la falta de confianza en el desarrollo del coche y en la gestión del grupo por parte de Christian Horner, con quien su padre Jos está en guerra abierta desde principios de año tras las acusaciones “inapropiadas” . Comportamiento dirigido contra el jefe del equipo por parte de un empleado. El primer problema se hizo evidente en las últimas carreras. El RB20 ha perdido su equilibrio “mágico”. No está equilibrado. Tanto es así que Max sigue quejándose del comportamiento del coche. “Hay mucho deslizamiento en el medio de la curva y en la parte trasera se vuelve incontrolable. Lo exageramos”, dijo. En Hungría, el ritmo de McLaren parecía superior en todas las condiciones. Es una llamada de atención que no debe subestimarse, aunque Verstappen todavía lidera el mundial con 76 puntos sobre Norris, gracias a sus siete victorias anteriores. La dirección dada al desarrollo por el director técnico Pierre Wache no dio frutos. Hasta tal punto que los problemas siguieron siendo los mismos incluso con el enorme “paquete” de innovaciones aerodinámicas traído a Hungría. Quizás en Milton Keynes ya estén lamentando que Adrian Newey esté en otro lugar el año que viene. En cuanto a las relaciones con Horner, hasta ahora se han mantenido frías en términos amistosos. Pero ahora que Verstappen ya no gana, han surgido desacuerdos. El único pararrayos seguía siendo Helmut Marko, el enano de Max, a quien Horner logró cerrar (a pesar de que estaban en conflicto abierto) para evitar dar otra excusa al piloto y su séquito para cambiar de equipo. Sin embargo, la ruptura parece inevitable. Hungría fue prueba de ello.
Condición de Verstappen
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El ambiente en el equipo se ha vuelto irrespirable y las actuaciones ya no le satisfacen. Por tanto, Verstappen podría decidir dejar Red Bull a finales de año, si el contexto sigue siendo el mismo. Para evitarlo, posponiendo las decisiones hasta 2026, sería necesario un punto de inflexión positivo en el rendimiento del coche en pista. Sin duda, Toto Wolff está dispuesto a darle la bienvenida a Mercedes en lugar de a Hamilton, y tenderle puentes dorados. De momento no hay cláusulas de salida en el contrato que puedan explotarse, pero si Verstappen quiere forzar la situación aprovechando un desajuste medioambiental, a Horner le resultará complicado obligarles a quedarse.
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